Calendario Académico

Palabras de Ricardo Santamaría Rector Los Libertadores

Palabras Ricardo Santamaria

Queridos Graduados y sus familias,

Colegas de Los Libertadores,

 

Hoy quiero compartir con Ustedes tres historias. Son historias reales e inspiradoras por las lecciones potentes que nos transmiten.

La primera es la de una niña de 11 años que un día se escapó de su casa. Ella vivía en un pueblo del Caquetá y tenía la ilusión de encontrar a su padre que se había ido para la guerrilla. A través de una cadena de personas llegó -con sus once años de niña y una determinación de adulto- hasta uno de los jefes de frente de la entonces guerrilla de las FARC en esa zona del país.

Y a él le preguntó por su padre. Debo decirles que esta historia está contada en un programa de televisión que yo conducía en el 2016 y que salía todas las semanas por el Canal Institucional y se llamaba “Conversemos en Paz”. Sigamos. El jefe guerrillero le dice a la niña que si conoce a su padre, pero que es el comandante de otro frente. Que está lejos.

Y a renglón seguido le suelta esta perla, dicho por ella misma: “Pero Usted se queda conmigo. De ahora en adelante es mi mascota”. Yo por supuesto, por respeto, no pregunté que siguió después de esa conversación. En total, esta niña duró seis años en la guerrilla hasta que un día la captura el Ejército en el Huila, donde cumplía una misión de seguimiento a unas personas.

Como aún era menor de edad, es entregada al ICBF y luego ingresa al programa de reincorporación del gobierno, donde se destaca y al término de los cinco años le ofrecen trabajo como promotora de paz. Y ahí es cuando yo la conozco. Un día me invitaron como conferencista a la reunión de junta directiva de una importante multinacional en Colombia, en el Club Metropolitan de Bogotá y resulta que ella, la niña guerrillera de once años, ya como mujer hecha y derecha, como promotora de paz del gobierno colombiano, era mi compañera de charla.

Yo quedé, como todos, boquiabierto con su historia y con la potencia de su mensaje: los sueños si se cumplen, si se puede, le podemos dar un vuelco a nuestra vida si así nos lo proponemos, no importa, y subrayo esto, no importa de donde vengamos o cuanto sufrimiento hayamos padecido. Ella era hoy una señora madre de dos hijas, esposo, hogar, trabajo. Y hace pocos años, estaba metida en el monte y era casi analfabeta. Vi una foto de ella de esos años de guerrilla con el fusil al hombro que le llegaba a los tobillos. Era una imagen desgarradora.

Ese día, en el programa de televisión, le pidió perdón a los colombianos por sus años en la guerrilla.

Segunda historia. Un día llegan a mi programa tres hombres de mediana edad, vestidos muy elegantes todos de corbata, alegres, haciendo chistes entre ellos. Dos ex policías invidentes y un ex guerrillero también promotor de paz como la niña. El final de la historia es este: los dos expolicías, cuando apenas tenían 20 años, habían quedado ciegos en una emboscada de la guerrilla. Y el guerrillero que estaba con ellos, era, ni mas ni menos, el jefe del frente que hizo esa emboscada. Victimario y víctimas juntos como amigos. ¿Cómo era posible esto?

Yo los había conocido a los tres juntos hacía pocos días en una reunión de la Junta Directiva de Terpel, una de las compañías mas grandes de Colombia, a donde habían ido a dar una conferencia de paz y reconciliación y donde contaron su historia. ¡Qué historia!

Esto fue lo que relató uno de ellos en el programa, que a propósito si lo buscan en YouTube lo encuentran. Él era un policía de apenas veinte y tantos años y en un desplazamiento entre dos pueblos del Caquetá fueron emboscados por una columna guerrillera. Él quedó mal herido y se despertó en el Hospital Militar. Nunca recuperó la visión. Estaba desolado. Solo pensaba en suicidarse. A los familiares y amigos que lo visitaban les pedía que le contaran como era el cuarto y el pasillo donde el estaba con la intención secreta de ubicar una ventana y tirarse por ahí.

¿Cómo se convirtió en un abogado graduado de la Universidad Sergio Arboleda, miembro de un respetado bufete de abogados en Bogotá, casado con una espléndida mujer y padre de un hijo?

Es una historia larga de 10 años donde tuvo el apoyo de una fundación, de muchas personas, pero sobre todo, el deseo profundo de renacer y ser feliz.

¿Y cómo conoció a quien fue su verdugo en el emboscada guerrillera y más aún, cómo se hizo amigo de él? Junto con su compañero ex policía entraron a un programa de perdón y liderazgo de la Fundación Origen y un fin de semana tuvieron un taller de convivencia con otras víctimas del conflicto en Villa de Leyva. Allí compartieron cuarto con otras dos personas a quienes no conocían, y resulta que una de ellas era el antiguo comandante guerrillero. Una azar del destino que transformó para siempre sus vidas.

Conversando y conversando a lo largo de varios días llegaron un día a la confirmación de la dura realidad. Una de las columnas guerrilleras del frente de cual él era comandante, había realizado la emboscada a los policías y el recordaba perfectamente el evento.

Privadamente los dos policías conversaron y decidieron que hablarían con él. Al poco tiempo lo perdonaron y uno de ellos lo invitó a su casa a compartir un domingo en familia. Se hicieron amigos y empezaron a dar conferencias y charlas juntos sobre el perdón, la construcción de paz y reconciliación impulsado por la Fundación Origen. Sin duda, uno de los testimonios mas poderosos que hoy existen en Colombia por la profundidad del mensaje: el perdón nos libera y nos permite empezar una vida nueva. Todo es posible si actuamos desde el amor, en este caso amor a la vida y a si mismos.

Tercera historia. Cambridge, Estados Unidos, un pequeño pueblo universitario vecino de la ciudad de Boston. Allí tuve el privilegio de vivir un año, como investigador invitado en una histórica Universidad. En el verano me sentaba a menudo en un hermoso parque cerca de donde vivía. Siempre había un señor que hacía la limpieza del lugar. Retiraba los desperdicios de las mesas, barría el piso, desocupaba las canecas… Y mientras trabajaba, cantaba. Y era tan hermoso su canto que muchas veces los vecinos del parque nos acercábamos a escucharlo, al final lo aplaudíamos y le dejábamos una propina en señal de agradecimiento y respeto. Cantaba como los dioses. Se llamaba Ben. Pues resulta que después de un tiempo dejamos de verlo en el parque y supusimos lo peor: que había muerto. Pero no fue así. Un mesero de un restaurante cercano a quién le pregunté por Ben me contó que un día llego un cazatalentos de la música, lo escuchó cantar y le ofreció un curso de canto avanzado en un prestigioso conservatorio de la ciudad. Y que había renunciado a su trabajo como “limpiador del parque” para unirse a una prestigiosa compañía de ópera del Estado de Massachusetts.

Con cuanta alegría imaginaba yo a este señor ya de edad madura, seguramente pensionado, que al final de su vida se convirtió en cantante de ópera y que la oportunidad para hacerlo la encontró limpiando mesas y barriendo pisos en un parque público. De basurero a cantante de ópera.

¿Cuál es el elemento común en estas tres historias? Hay muchos por supuesto, pero me refiero a ese común denominador de estos cinco seres humanos, la niña, los dos policías, el jefe guerrillero y el empleado de limpieza, que convierten estas tres historias en una sola?

Creo que es este: La condición interior con la cual asumen su vida, en otras palabras, la actitud con la cual viven. La actitud con la cual superan problemas y aprovechan oportunidades. Esa es la diferencia. Ese es el kilómetro extra que les permite alcanzar sus sueños y levantarse de los lugares mas difíciles en los que la vida los ha puesto.

Claro que son importantes los apoyos externos, como las dos fundaciones que le dieron la mano a los policías o el programa de reintegración al que tuvo acceso la niña guerrillera, pero sin una actitud adecuada nada de ello es suficiente.

La actitud frente a lo que nos pasa es lo que hace la diferencia en nuestras vidas. No importa donde estén o que situación estén pasando, las personas que hacen lo que hacen con amor, con entrega, llegan mas lejos.

Cada paso que den con amor los acerca al trabajo de sus sueños, a la vida de sus sueños.

 

Queridos graduados de 2018:

Ustedes ya tienen la educación que han recibido en sus casas, en el colegio y en la universidad. Pero a ser personas con la actitud para superar problemas y aprovechar oportunidades, nadie les enseña. Eso no se aprende, se vive. Es su responsabilidad ahora.

Podrán inspirarse en mucha gente, en historias como las que acabamos de escuchar, pero hay una decisión que solo corresponde a cada persona y es como asume lo que le sucede, como le saca provecho, como lo supera, como saca adelante su vida y esa decisión, es la actitud con la cual vivimos.

El experto en formación, Víctor Küppers, ha trabajado durante años explorando la importancia de la actitud y sus efectos sobre la vida de las personas, especialmente en el campo laboral. Para él, el valor profesional de una persona está determinado por la siguiente fórmula: la suma de los conocimientos y las habilidades, multiplicado por la actitud. V: (C + H) x A.

Dice Küppers que la actitud es el factor que diferencia a dos personas con las mismas características y conocimientos técnicos. Es lo que marca la diferencia. La actitud, contrario a los conocimientos y habilidades, no suma, multiplica.

Estoy totalmente de acuerdo con estas afirmaciones. La actitud para mí es una forma de ver y enfrentar la vida. Es una decisión personal de cómo quiero vivir.

Está por ejemplo la forma como afrontamos los problemas. ¿Nos enfrascamos en ellos o les buscamos soluciones?. ¿Nos quedamos en el pasado o avanzamos hacia el futuro?.

Una de las dificultades más grandes de las personas está en la capacidad de diferenciar cuando un tema es personal y cuando es profesional. Y el mundo laboral está lleno de situaciones en las que las líneas se confunden. No se trata de la persona, no se sientan atacados cuando reciben retroalimentación sobre su desempeño, busquen el lado bueno, escuchen, entiendan, pero sobre todo, asimilen, y apliquen comportamientos receptivos y de cambio.

Lo mismo sucede en cómo manejamos las críticas. Es importante aprender del fracaso y de los errores, para crecer, esto es algo que sin duda nos fortalece. Aceptar las críticas es parte fundamental a la hora de crecer profesionalmente. ¿Qué nos enseña esta situación? Esa, creo, es la pregunta relevante en cada caso.

Una de las mejores clases que se dicta actualmente en la Universidad de Harvard, en la Escuela Kennedy, es la de liderazgo del profesor Ronald Heifetz. El organiza a los estudiantes por grupos que se reúnen fuera del salón de clases alrededor del siguiente tema: ¿Cual es el mayor fracaso que ha tenido en su vida profesional? Cuentan el caso, lo elaboran, lo discuten, lo preparan y lo llevan a la clase. Y la persona se para frente a todos y cuenta, a veces de forma dolorosa y con llanto, cual ha sido el mayor fracaso en su trabajo. Y las lecciones que inspiran los componentes de ese liderazgo, salen de esos momentos porque es cuando mejor podemos aprender. Los reveses de la vida, aprovechados como lecciones, son el mejor maestro que podamos tener.

La actitud también está en cómo sobrellevamos el miedo. El miedo siempre va a estar ahí, porque es parte de la vida pero el punto relevante es si tomamos las decisiones de nuestra vida desde el miedo o desde el amor. Es la actitud con la cual asumimos lo que nos sucede.

No tengan miedo a equivocarse porque ello es parte del ejercicio de aprender y sumar experiencias. No tengan miedo a aceptar sus errores. Piensen cómo pasar la página, cómo sacar lo mejor de una experiencia negativa, cómo volverlo una oportunidad. Dedíquense a trabajar, a explorar, a sentir, a vivir.

Pero detrás de todo esto hay algo muy importante: La confianza. Crean en Ustedes. Cuando las personas logran tener confianza en sí mismas, logran creer en sí mismas y en sus capacidades, logran tener éxito. Mantengan la bondad en su corazón y la compasión por los demás.

Para mi una de las inspiraciones mas grandes que he tenido han sido los testimonios de Vickor Frankl, un sobreviviente de los campos de concentración nazis y el creador de la psicología positiva o ciencia de la felicidad, que hoy representa la mayor revolución del comportamiento del ser humano. Revolución silenciosa pero en plena marcha.

Él se aferró, desde lo mas hondo del sufrimiento humano, a una simple pero poderosa: Siempre podemos mejorar nuestra vida. Siempre hay esperanza. Él decía que los nazis habían matado a sus seres queridos, martirizado su cuerpo y robado su propiedad, pero que existía un lugar al que no podían llegar y donde él era libre: Sus pensamientos. Un lugar donde solo el decidía como asumía y encauzaba su vida. Es, en mi sentir, su propia consciencia, la de cada uno de nosotros, lo que somos esencialmente.

Se aferró a la idea de que toda vida humana es importante, merece ser vivida y que cada persona debe encontrar, como lo hizo él mismo, un propósito positivo para vivirla y ello le permite elevarse por encima del sufrimiento. Esto fue lo que escribió es su libro clásico “El hombre en busca de sentido”:

“No hay ninguna situación en la vida que realmente carezca de sentido. Esto significa que los aspectos aparentemente negativos de la existencia humana, y en especial esa triada trágica en la que se incluyen dolor, culpa y muerte, pueden también llegar a transformarse en algo positivo cuando se afrontan con la postura y actitud correctas. […] Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”.

Es exactamente de lo que venimos hablando. La actitud con la cual vivimos. Es la mayor diferencia que pueden hacer en sus vidas.

Ahora todo depende de Ustedes queridos graduados de Libertadores 2018:

Ya tienen una buena formación, y esta es una variable importante, fundamental sin duda. Pero la mas importante esta dentro de cada uno de Ustedes y solo depende de cada uno de Ustedes.

Que la luz y el amor siempre los acompañen. Que tengan vidas llenas de sentido y propósito. Que encuentren siempre una actitud constructiva para conducir sus vidas.

 

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